Arquitectura religiosa
Estas iglesias suelen presentar una sala rectangular cubierta con techumbre de madera y tejado a dos vertientes, salvo la de Lárrede, que tiene cruz latina. Son de pequeñas dimensiones y terminan en un ábside semicircular, salvo en las primeras iglesias de tradición hispano visigoda, que es rectangular.
En algunas se levanta una esbelta torre-campanario, con bóveda esquifada y tejado a cuatro aguas.
El muro septentrional carece de vanos, circunstancia lógica atribuible a las condiciones climatológicas; la única excepción la tenemos en Ordovés en la que la puerta de acceso se abre en el paramento norte. En el muro meridional se abren de tres a cinco ventanas, más la puerta de ingreso. En el occidental suele haber un ventanal de uno o varios vanos, como el bellísimo de San Juan de Busa. El tipo de arcos utilizado es el de herradura y el semicircular.
La puerta más usual es la de arco de herradura, enmarcado en el típico marco rectangular musulmán denominado alfiz, circunstancia que se observa claramente en Lárrede y Busa.
En la puerta de esta última tenemos uno de los pocos elementos decorativos existentes en estas iglesias, unas palmetas que parecen de influencia árabe (algunos estudiosos han querido ver, incluso, elementos cúficos).
Los modelos de ventanas pueden ser de uno, dos o tres vanos, de arco semicircular o de herradura, pudiendo estar o no enmarcadas en alfiz. Las hay de extraordinaria factura en Lárrede, San Bartolomé de Gavín, Lasieso, Busa y Susín.
Hay que resaltar la gran esbeltez de las torres que las pone en relación con los minaretes del mundo islámico. Y, aunque el paso del tiempo las ha adulterado en parte, todavía podemos apreciarlas con gran nitidez en Lárrede y San Bartolomé de Gavín. En ellas se abren triforas con arquitos de herradura, en las cuatro caras de la parte superior de la torre.
Las remata un friso de baquetones, justo debajo del tejado, al igual que sucede en los ábsides. Este elemento decorativo es uno de los distintivos más genuinos de este grupo de iglesias.
Otra decoración, única y curiosa, aparece en la torre de San Bartolomé y consiste en dos rosetas en cada cara de la torre, compuesta por una decena de dovelas puestas en círculo.
El sistema de cubrimiento es difícil de establecer, toda vez que las reformas habidas a lo largo de los siglos impide determinarlo con exactitud. Probablemente, en origen, debieron tener techumbre plana de madera a dos vertientes, tal y como observamos en Busa. No obstante, no queda muy claro esto, ya que en la cara interior de los muros de Lárrede y Busa se conservan pilastras circulares como elementos sustentantes.
La incógnita radica en si se levantaron para sostener bóveda de cañón o techumbre de madera. Lo cierto es que en Lárrede la bóveda que se hizo en la restauración de 1933 es de cañón, pero desconocemos si anteriormente esa era su factura original.
Quizá la parte que más llame la atención en estas iglesias es la cabecera, siempre orientada hacia el este. El más generalizado es el ábside semicircular, aunque los hay rectangulares y ultrasemicirculares.
El acceso de la nave al ábside se marca por el arco triunfal, casi siempre tendiendo a la forma de herradura. La bóveda que lo cubre es la típica de horno o cuarto de esfera.
En el exterior aparecen combinados dos elementos decorativos muy propios de estas iglesias: el friso de baquetones o medios cilindros circulares y las arcuaciones murales ciegas (cinco, siete o nueve) apeadas en lesenas. Tanto el friso como las arcuaciones parecen traducir una influencia islámica y carolingia, respectivamente.
En el centro suele abrirse una ventana abocinada de medio punto.
En definitiva, como bien ha dejado establecido don Antonio Durán, la iglesia mozárabe serrablesa viene a ser una síntesis de las corrientes culturales del viejo Aragón altomedieval, puestas al servicio de la antigua liturgia hispánica.
Hereda del mozarabismo la concepción de la nave; adopta de la arquitectura carolingia la traza y decoración del ábside semicircular; y asume del arte musulmán la ventana ajimezada, el alfiz, la torre-campanario y, posiblemente, el friso de baquetones.