AGUA QUE NECESITAMOS.
LOS USOS TRADICIONALES DEL AGUA EN ARAGÓN
DESDE EL PUNTO DE VISTA ETNOLÓGICO
Conferencia a cargo de MIGUEL ANGEL PALLARÉS profesor de la universidad de Zaragoza
Jueves, 21 de noviembre a las 20,00 horas en el salón de actos de la casa de la cultura de Sabiñanigo
El agua configura en Aragón una amplia diversidad de paisajes, que
dan lugar a una gran variedad de ecosistemas, formas de vida y de
adaptación humana. Siendo como es imprescindible e insustituible, y dado
que el agua es en muchos lugares de nuestra geografía un bien escaso,
el hombre ha sabido aplicar estrategias económicas y domésticas para su
buena gestión, con lo que ha ganado condiciones para que su existencia
fuera más valiosa y cómoda.
En la sociedad agraria de corte tradicional, como ha sido la de nuestra
Comunidad hasta hace pocas décadas, se ha hecho un aprovechamiento
integral del agua, partiendo de la fuente para uso humano, pasando por
los abrevaderos de uso animal, siguiendo con los lavaderos y, en
ocasiones, al final aún se utilizaba en estructuras para riego. Los
espacios vinculados al agua, tan visitados por nuestros antepasados,
fueron necesariamente puntos sociales de unión y comunicación de los
colectivos humanos en nuestra tierra, como otras infraestructuras
también de empuje hidráulico como fueron los molinos. Estas máquinas en
sus distintas variantes (harineros, papeleros, polvoreros) son parte
fundamental del patrimonio etnológico de nuestra Comunidad, como lo son
numerosas instalaciones de lo más variado (pozos, aljibes, caños,
fuentes, acueductos, puentes, batanes, lavaderos de mineral, depósitos,
pozos de hielo, abrevaderos, lavaderos, etc.).
Hasta el acceso más básico al agua en muchos lugares de Aragón ha sido
un esfuerzo titánico. El sistema de balsas buenas y malas, según fuera
de boca o para ganado, y el de balsa y rebalsa, para lograr la
potabilización por decantación, ha abastecido a numerosas localidades
que no se asentaban cerca de cursos fluviales regulares hasta hace pocos
años, de manera que las costumbres, leyes locales y creencias estaban
ligadas al líquido elemento de manera indeleble. En las zonas de regadío
tradicional, las prácticas para una buena gestión del agua son dignas
de ser estudiadas con suma atención, pues suponen un espejo
detalladísimo de cómo superaron las sociedades rurales las rivalidades,
llegando a acuerdos que beneficiaron a todos. El agua ha generado
pactos, leyes, normas y reglamentos que medían la correcta utilización
del agua hasta la última gota.
Casi todos nuestros pueblos y ciudades cuentan con leyendas relacionadas
con el agua, con folklore vinculado a los lugares donde surge o se
guarda, con actos religiosos ligados a momentos de escasez en rogativas
desesperadas que imploraban agua a los santos; particularmente en la
ribera del caudaloso Ebro a veces se pedía lo contrario, que dejara de
crecer el nivel.
Desde refranes hasta canciones tienen como hilo conductor el agua, la
lluvia, la nieve, etc. Su poder purificador hace que sobre ella se
cargue un gran valor simbólico, a veces rozando lo mágico cuando se le
dan poderes curativos o protectores en jornadas concretas como en la
noche de San Juan, o en lugares apropiados como los esconjuraderos para
desviar las tormentas.
El agua en Aragón es un importante articulador de identidades
colectivas, porque es vida. El patrimonio material e inmaterial
relacionado con temas hidráulicos que los aragoneses acaudalamos es un
tesoro que nuestros antepasados han sabido hacer llegar hasta nosotros,
por lo que no podemos dejar de ser conscientes de ese legado, y de la
importancia y la problemática que acompañan al agua hoy en día, porque
siempre en nuestra tierra va a seguir siendo un bien escaso.