San Martín de Oliván
Santa Eulalia de Susín
Origen del topónimo Serrablo
El topónimo “SERRABLO” ha variado tanto en extensión como en uso. En los años setenta se recupera gracias a Antonio Durán Gudiol y a la labor de Amigos de Serrablo. Su origen podría ser latino o árabe aunque quizás la hipótesis más probable sea que proviene de una etimología prerromana que haría alusión a una cota orográfica.
Extensión y límites
Serrablo se asienta en la Comarca Alto Gállego, en el Pirineo aragonés y ocupa parte de la depresión intrapirenaica, delimitado al norte por las Sierras Interiores (Limes, Telera y Tendeñera) que confrontan con el valle de Tena; al sur, por las Sierras Exteriores o Prepirineo (sierras de Javierre, Monrepós y Guara) que en sus vertientes meridionales otean la Hoya de Huesca; y son la Jacetania y Sobrarbe las comarcas que le amparan a oeste y este. El río Gállego es su arteria fundamental, con un recorrido de unos cuarenta kilómetros desde Biescas hasta Anzánigo.
Serrablo abarca los términos municipales de Biescas, Yésero, Sabiñánigo, Yebra de Basa y Caldearenas. Debido a su orografía, podemos distinguir una serie de zonas bien diferenciadas: Sobrepuerto, Sobremonte y el alto valle del Aurín, las tierras más elevadas asentadas al amparo meridional de las Sierras Interiores; la Tierra de Biescas, Galliguera, valle de Basa y Guarguera; y La Sierra, la parte más meridional, al cobijo de la cara norte de Guara.
Los núcleos de población, que se sitúan en altitudes que van desde los 600 a los 1400 metros, no sobrepasan los diez mil habitantes.
El medio geográfico
La mayor parte de Serrablo se incluye en la cuenca hidrográfica del río Gállego, al que afluyen: el Aurín por su derecha, y el Basa y Guarga por su izquierda. Parte del Sobrepuerto bascula hacia la cuenca del Ara, a través del barranco de Otal; y la zona de Nocito-Bara vierte sus aguas hacia el Cinca por medio de los ríos Flumen y Guatizalema.
El clima puede catalogarse como de transición entre el húmedo atlántico y el mediterráneo, con rasgos de continentalidad, todo ello matizado por la climatología propia de zonas de montaña. Evidentemente, hay una gradación norte-sur tanto en las temperaturas como en las precipitaciones. La temperatura media anual se sitúa entre los 10 y 11 ⁰C, y las precipitaciones van desde los 1200 mm de la Tierra de Biescas a los 800 mm de la Guarguera.
La geología de Serrablo
Los materiales son de origen marino o sedimentario, de finales de la era Terciaria. Así, en la zona norte abunda la formación denominada flysch, con estratos alternantes de calizas, areniscas y margas. Se presenta un relieve de cierta envergadura sobrepasándose ligeramente los 2000 m. en la Sierra de Limes, Manchoya, Erata, Pelopín … para concluir hacia el sur en Güé (1580 m.) y Oturia (1920 m.), en este caso con una fractura superpuesta a los conglomerados de Santa Orosia.
En la depresión media se encuentran los terrenos más deprimidos y llanos, donde la altitud desciende bruscamente hasta los 600-800 m.; constituye un sinclinorio de margas (salagón) y otras rocas blandas que conforman buenos suelos agrícolas de cultivo. Ya en la parte meridional hallamos la zona de la Guarguera, prolongación de la estructura sinclinal de San Juan de la Peña, en la que predominan las arcillas, areniscas y conglomerados, repitiéndose de la misma forma en la depresión Nocito-Bara.
La historia de Serrablo
La presencia de dólmenes y túmulos evidencia que este territorio ya estaba habitado en la prehistoria. De la época ibero-romana se conocen dos poblados en las proximidades de Latre y Lasieso. Se sabe que discurría una calzada romana que procedía de Osca, pasaba por Monrepós y continuaba hasta las aguas termales de Panticosa. Junto a esta calzada se situaría la villa o mansión de Sabiniacum (en un cerro amesetado conocido como la Corona de San Salvador, muy próximo a Sabiñánigo). Ver más información.
Quizás fue punto de etapa para las legiones romanas, que desde las Galias, venían hacia el valle del Ebro, atribuyendo su origen al general romano Calvisio Sabino. Para otros, esta fundación sería más tardía y tomaría el nombre de un terrateniente que estableció en el lugar una explotación agrícola, Sabinianus. La datación de esta villa en ningún caso sería anterior al siglo II d.C., como así lo atestigua la inscripción de una lápida aparecida en 1981. En la zona sur hay localizados otros yacimientos de época similar en Latrás, Javierrelatre, Latre y en las proximidades del monasterio de San Úrbez de Nocito.
La Alta Edad Media
Del periodo de dominación visigoda solo puede aventurarse que tal vez sean de esa época algunos sillares labrados en el exterior de la iglesia de Susín y parte de la iglesia del monasterio de San Pelay de Gavín.
Con la dominación musulmana, a partir de comienzos del siglo VIII, va a comenzar una época en la que se asientan las bases de un territorio que adquiere a partir de entonces una personalidad propia.
Los ejércitos del Islam llegaron a someter las tierras que van desde Gavín a Nocito, aceptando su escasa población la dependencia del gobernador musulmán del waliato de Huesca; aquí se establecerá el distrito rural de “Yalliq” (Gállego).
Durante el siglo IX existieron algunas torres musulmanas (en Senegüé y Castiello de Guarga), de planta circular y reducidas dimensiones, que recordaban a la población indígena esa dependencia y la obligación de pagar impuestos.
La conquista cristiana
Una primera fase de repoblación cristiana se realizará en los años 918-920, cuando el conde Galindo Aznárez II de Aragón conquistó el valle de Acumuer y llegó hasta la ribera del Gállego a la altura de Senegüé, fundando en ese momento el monasterio de San Martín de Cercito.
Es también el momento del asentamiento en Lasieso de gentes navarras, como lo demuestra la conservación de una interesante necrópolis de la época. En torno al año 950 se llevará a efecto una segunda repoblación, esta vez con mozárabes emigrados de la “cora” de Huesca que se establecerán en la ribera del Gállego y Sobrepuerto, fundando varios monasterios (San Pelay de Gavín, San Úrbez de Basarán, San Andrés de Fanlo, San Pedro de Rava, San Úrbez de Nocito,…) en los que se observará el rito mozárabe hasta 1071, en que el rey Sancho Ramírez impuso la liturgia romana.
Estos monasterios serán los encargados de la cristianización de la zona.
La primera mención documental del topónimo Serrablo se fecha en el año 1054 y, en el primer cuarto de ese siglo XI, el rey navarro Sancho Garcés III, el Mayor, había incorporado este territorio al condado de Aragón.
Tras la muerte de este, en 1035, el condado se convierte en reino con su hijo Ramiro I, estableciéndose algunas “tenencias” en la zona: Senegüé, Larrés, Sabiñánigo, Secorún y Javierrelatre.
A medida que avance la conquista cristiana hacia el sur, se consolidan en la zona algunas familias infanzonas que sobresalen algo en aquella sociedad de pastores y campesinos.
En la baja edad media se levantarán los castillos de Escuer, la Torraza de Lárrede y el castillo de Larrés; el señorío de este último pasó, a comienzos del siglo XV, a manos de los Urriés.
El siglo XVI
En la segunda mitad del siglo XVI el bandolerismo provocará una gran inseguridad. En Sabiñánigo se establecerá un cuartel de la “Guarda del Reino”, pequeño destacamento que vigilaba los caminos de la zona. Eran los tiempos de las correrías del famoso bandolero Lupercio de Latrás.
A la vez, el Pirineo estaba siendo objeto por parte de la monarquía de Felipe II de una política impermeabilizadora con el fin de impedir la entrada en España del movimiento luterano. Fruto de ello fue la construcción del fuerte de Santa Elena, en la divisoria del valle de Tena y la Tierra de Biescas.
El castillete de Santa Elena y Biescas serán el escenario de los acontecimientos acaecidos en febrero de 1592. El detonante fue la huida de Antonio Pérez de Zaragoza y su posterior refugio en el sur de Francia, desde donde planeaba invadir Aragón.
Tras tomar la villa de Biescas don Martín de Lanuza, al frente de 1500 hombres, pretendía dirigirse hacia Jaca. Ello no fue posible porque las tropas de don Alonso de Vargas, que estaban concentradas en Senegüé, no se lo permitieron. Entre la gente de estas tierras que colaboraron con el ejército real estaban don Miguel de Baguer, señor de Senegüé, don Martín Íñiguez, señor de Fanlo y Espín, y don Juan Grasa, al frente de los voluntarios de Serrablo. No obstante, en la retirada de las tropas invasoras lo que dejaron tras de sí los bearneses calvinistas en Biescas y todo el valle de Tena fue un gran saqueo y pillaje.
El siglo XVII
En el siglo XVII, ni la expulsión de los moriscos ni la guerra con Cataluña afectaron a la zona. Por el contrario, sí tuvo incidencia la guerra con Francia al tener que soportar la presencia del ejército regular.
Desórdenes, saqueos y bandolerismo hicieron que la vida por estas montañas resultara poco reconfortante.
Por otra parte, los lugares de señorío sufrirán un gran recrudecimiento en sus condiciones de vida. Paralelamente, aumentan las manifestaciones religiosas y destacan presbíteros de la talla de Orencio Bergua en Yebra de Basa o Domingo Samitier en Sabiñánigo.
En la misma centuria, los infanzones mantienen su viejo estatus, e incluso lo elevan, como se demuestra en la ampliación de sus casas palaciegas (los Isábal de Lárrede o los Villacampa de Laguarta, por ejemplo).
Del siglo XVIII al XX
Los conflictos bélicos que afectan a España durante el XVIII y el XIX se dejaron notar también en estas tierras.
La Guerra de Sucesión o la Guerra de la Independencia acarrearon participación activa e impuestos extraordinarios para sufragarlas. Durante este siglo sobresalen personajes nacidos aquí y que desarrollan sus actividades en otros lugares.
Así, merecen destacarse los casos de don Pedro Villacampa, capitán general del ejército, nacido en Laguarta; don Alejandro Oliván, que llegó a ser ministro de Marina, nacido en Aso de Sobremonte; y los Ramón y Cajal, originarios de Larrés.
La vida en este territorio empieza a cambiar con el ferrocarril (1893) y la industria, al producirse el asentamiento y crecimiento del nuevo Sabiñánigo, circunstancia que decantó la actividad económica de la zona hacia los nuevos sectores económicos, y actuará de receptor de gran parte de la población de su entorno. Los años 1918, 1924 y 1927 marcan también la historia del nuevo Sabiñánigo al instalarse las empresas Energía e Industrias Aragonesas, Explosivos y Aluminio Español, respectivamente.
De la Guerra Civil a la actualidad
De julio de 1936 a la primavera de 1938, el territorio se vio afectado por la Guerra Civil al establecerse la línea del frente de guerra en el río Gállego.
Bombardeos sobre Sabiñánigo, encarnizados combates en la zona de Biescas y Gavín, en las proximidades de Güé, en la sierra de San Pedro y en Santa Orosia-Oturia… son algunos de los episodios que se sucedieron por entonces.
En las décadas siguientes, Sabiñánigo seguirá creciendo al amparo de su desarrollo industrial, acelerándose paralelamente un proceso migratorio en su entorno dirigido en buena parte en su propio beneficio. La vieja sociedad tradicional comienza a tambalearse y a ceder ante los nuevos modos de vida.
En la actualidad, se ha recuperado la industria al reconvertirse las ya existentes e instalarse nuevas empresas.
Asimismo, han cobrado mayor protagonismo el turismo y el sector de los servicios.